Las festividades mexicanas del Día de Muertos son una explosión de color, tradición y respeto por aquellos que ya no están entre nosotros. Sin embargo, detrás de cada elemento que compone un altar de muertos hay una historia, una tradición y, sobre todo, una logística que pocos conocen en profundidad.
Aunque es complicado dar una cifra exacta sobre su valor económico total, la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDECO) informa que, las festividades de Día de Muertos producirán una derrama económica de 6,527 millones de pesos. Hay muchos factores que suman a esta cifra, el turismo, la producción y venta de bienes relacionados con la festividad (como alimentos, vestimenta, artesanías, flores, entre otros) y la inversión en eventos y actividades culturales.
Además, la venta de productos como pan de muerto, calaveritas de azúcar, papel picado, velas, flores de cempasúchil y otros elementos tradicionales también representan una derrama económica significativa.
La Vela: Más que una simple llama
Las velas, son un componente fundamental en el altar. Su historia en estas festividades se remonta a épocas prehispánicas, sirviendo como guía luminosa para las almas que visitan el mundo terrenal. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo llegan a tu altar? La producción de velas para esta festividad es un proceso meticuloso. Se combinan ceras de alta calidad con pigmentos que les dan ese característico color. Posteriormente, la distribución inicia, abasteciendo cada rincón de México. Las cifras son asombrosas: millones de velas se producen exclusivamente para estas fechas.
Papel Picado: Un arte frágil y colorido
El papel picado de sueños, esperanzas y recuerdos. Cada corte representa un detalle de la celebración. Aunque frágil en su esencia, su proceso artesanal es robusto y lleno de tradición. Desde pequeños talleres en pueblos mágicos, estas obras de arte viajan por todo el país, adornando casas y altares. El papel picado original se realiza en Huixcolotla y que incluso fue declarado como Patrimonio Cultural de Puebla.
El proceso comienza con un dibujo esencial que, al colocarse sobre las hojas de papel de China, actúa como guía fundamental. Se manejan paquetes de 50 hojas meticulosamente superpuestas y clavadas. El arsenal de herramientas es sencillo: cinceles, martillo y una planchuela de plomo. Sin embargo, lo que verdaderamente marca la diferencia es el ingenio y la destreza del artesano.
Calaveritas de Azúcar: Dulce tradición
Estas pequeñas esculturas azucaradas son una amalgama de sabor y tradición. Nacidas de antiguas recetas, las calaveritas se han convertido en el símbolo gastronómico del Día de Muertos. Su proceso de creación, que combina ingredientes básicos con técnicas ancestrales, culmina en una joya comestible. Y, al igual que otros elementos, su distribución es titánica. Se estima que se producen toneladas de estas dulces calaveras año tras año.
Flores de Cempasúchil: El camino dorado hacia el altar
El cempasúchil no es solo una flor, es el puente olfativo que guía a las almas. Los campos teñidos de naranja revelan una logística de cultivo extensa. Desde la selección de las semillas hasta la meticulosa cosecha, cada etapa es esencial. Y, para entender la magnitud de su importancia, basta con decir que hectáreas enteras se destinan al cultivo de esta flor, solo esperando la llegada de la temporada.
En años anteriores, se han reportado cifras que señalan que la producción de cempasúchil puede generar cientos de millones de pesos. El estado de Puebla ha sido uno de los principales productores de cempasúchil en el país, seguido por estados como Morelos, Michoacán, Estado de México, entre otros.
El Viaje Final: Integrando todo en el Altar de muertos
Una vez que cada elemento ha recorrido su camino, se reúnen en un altar. Este mosaico de tradiciones es un recordatorio de la riqueza cultural y el esfuerzo logístico que conlleva mantener vivas estas tradiciones. Es una celebración no solo de la vida y la muerte, sino del trabajo y la pasión de aquellos que, año tras año, hacen posible que esta tradición continúe brillando en el corazón de México.
Comentários